Nos han
recomendado ir al supermercado lo menos posible con el fin de reducir la
exposición y evitar el contagio. En estas circunstancias, uno de los problemas
que nos encontramos es que, al comprar una mayor cantidad de alimentos, resulta
más fácil que se nos estropeen y haya que tirarlos.
En esta situación los productos envasados en latas de conserva no dejan de constituir una solución muy a tener en cuenta. Pero no nos
referimos a cualquier tipo de conservas, si no a esas conservas que podemos
incorporar al carrito de la compra sin temor a su fecha de caducidad, pero
confiados de que no van a dañar nuestra dieta porque se trata de alimentos
saludables.
“De eso se
trata, de saber elegir bien, porque comer ‘de lata’ puede ser una opción
estupenda… o un desastre total”, expone Arturo López, dietista-nutricionista.
No es lo mismo un bote de fabada que uno de alubias cocidas, ni una lata de
callos que una de jamón cocido en su jugo, ni un bote de piña en almíbar que
uno de piña al natural. También, recuerda López, hay que tener en cuenta “el
contenido de sal, que en algunas latas se dispara. La Organización Mundial de
la Salud fija el máximo saludable en cinco gramos al día; el problema es que la
mayoría de la que tomamos está oculta en los alimentos procesados. «Debemos
tener en cuenta que la mayoría de los alimentos envasados usan como conservante
el sodio, por eso nos interesa leer bien las etiquetas y elegir aquellas que
tengan un contenido menor”. En las conservas y en los tarros, hay que buscar
productos cuyo límite en la etiqueta nutricional por 100 g no supere los 1,25 g
de sal.
La idea es no
sólo aprovechar ese fondo de despensa, sino también intentar que contribuya a
una dieta saludable. “Si estás comprando verduras y legumbres en conserva, los
únicos ingredientes extra deberán ser agua y sal”, explica Mireia Elías. “Si
compras pescados en lata, procura optar siempre por los que están ‘al natural’,
sin que lleven aceite: aunque ponga ‘de oliva’, nunca será virgen extra”,
concluye esta dietista- nutricionista.
Otro objetivo
es tratar de hacer menús equilibrados y, dado que no tenemos mucha capacidad
para hacer deporte en estos días, intentar reducir las calorías. Una vez más,
el sentido común manda. Como señala Arturo López, un bote de garbanzos nos
puede servir para hacer un cocido… pero también para hacer hummus; unos
pimientos del piquillo los podemos hacer salteados con ajo, pero también
rellenos de besamel y rebozados. “En nuestra mano está hacer un buen uso de
latas y conservas en un momento tan especial como éste”, asegura.
También Mireia
Elías es rotunda al afirmar que debemos leer el etiquetado. Ya no solo por la
sal, sino para evitar alguna que otra sorpresa que pueda estar presente en
determinadas conservas. “La etiqueta nos va a indicar, de mayor a menor
cantidad, los ingredientes que contiene el producto; a partir de ahí, lo mejor
será hacer uso del sentido común. Si veo que en un blíster de jamón o en un
bote de verduras aparece azúcar (algo que no tiene mucho sentido, pero puede
pasar), deberé descartar el producto por completo”.
Fuente: Magazine Caser
Este artículo fue publicado el día 14 de abril de 2020 en la sección de Noticias de www.inmobiliariacantabria.net
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